Antonio Giossa
Desde 2005 a la fecha, la valorización de la hectárea ha sido superior a la del m2 de un departamento ubicado en la Ciudad de Buenos Aires: 43% versus 30%. Las razones están en el impulso que genera la cosecha récord y el negocio que prometen, en el mediano plazo, los biocombustibles
Al comparar una serie de precios de la tierra desde el año 1980 surge que el valor más alto fue el que se registró en 1998. Los determinantes para este resultado fueron los buenos precios de los granos en los años 1996 y 1997 y de la hacienda en ese mismo año.
Pero por distintos motivos, entre los que se cuentan la baja de precios de granos y de hacienda en los años siguientes y el creciente endeudamiento del agro, el precio de la hectárea maicera bajó 26% entre 1998 y 2001, en tanto que los campos de cría retrocedieron 17%.
Según un informe elaborado por Reporte Inmobiliario, el 2002 fue atípico en todo sentido. En un contexto de fuerte retracción de oferta, se concretaron pocas operaciones. La explicación es sencilla, y se encuentra en la extraordinaria iliquidez reinante en ese año a partir de las medidas financieras que desembocaron en el “corralito” y sus correspondientes derivaciones.
En muchos casos las operaciones estuvieron vinculadas a la cancelación de deudas en dólares que fueron pesificadas o a decisiones de liquidar activos en la Argentina, ante un panorama más que sombrío. En relación a los precios de 1998, los de 2002 estuvieron 45% abajo en el caso de los campos maiceros, y de 35% abajo en el caso de los campos de cría.
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